VISTAS LAS CIFRAS DE 2007, ¿HAY LUZ AL FINAL DEL PASILLO?
Decía el lunes pasado, al finalizar el comentario de la taquilla del fin de semana, que, a pesar de la continuada pérdida de espectadores en los últimos tres años, aunque pareciese difícil, había datos para ser positivos. Cuesta encontrarlos, lo reconozco.
Antes de intentar la cuadratura del círculo, veamos con más crudeza la situación a finales de 2007. Si comparábamos con 2006 y 2004 y lo que veíamos era preocupante sigue siéndolo si hacemos la comparativa con 2002, 2000 o, incluso, con 1998. En éstos 9 años la cifra de espectadores ha pasado de 120 a 112 millones (caída de un 6%, teniendo en 2004 el punto máximo de asistencia con casi 144 millones de espectadores); el número de pantallas se ha incrementado de 3.000 a 4.200 (aumento de casi un 40%) y el promedio de asistencia ha bajado, de 3 veces por habitante y año en 1998, a las actuales 2.5 veces (un 17% inferior).
Si buscamos cifras positivas, las encontramos en las relacionadas con el dinero: la recaudación ha subido un 44%, pasando de 430 a 619 millones de euros, consecuencia de que el precio medio de la entrada se situó en 2007 en 5.5€ frente a los 3.6 de nueve años antes (un incremento del 54%). Alguien podría argumentar que un aumento en los precios tan exagerado (muy por encima del IPC de estos años) podría ayudar a entender la caída en el total de espectadores. Yo soy uno de ellos. Con matices, pero uno de ellos. Pero ese es un debate que dejo abierto para otra ocasión.
¿Por qué me fijo en 1998 y no en años anteriores o posteriores? Porque ese fue un año emblemático al suponer la llegada de los primeros megaplex a España. Fue la culminación de un proceso de reconversión del parque de salas que supuso una nueva forma de entender la explotación de las películas, la cual ha llegado hasta nuestros días. Atrás quedaba la crisis de los 80 y primeros de los 90. Se iniciaba una curva ascendente en el negocio que, con algún altibajo, ha durado hasta 2004.
Y a todo esto, además de en el incremento de la recaudación respecto a 1998 ¿qué más hay para no ser pesimista? Pues los “súper-taquillones”. Se que este enfoque puede parecer duro e injusto para el resto de producto. Intentaré explicarme.
Parece que la culminación de la crisis, de éste proceso de caída de asistencia durante tres años consecutivos, ha afectado especialmente a las películas con menos posibilidades de promoción y a aquellas que, claramente, no reunían los mínimos de calidad y comercialidad exigibles para estrenarse en un mercado tan competitivo y exigente como el español.
Si se observa la evolución de las películas más taquilleras del mercado doméstico (USA/Canadá) a lo largo de los últimos seis años vemos que, su peso en el mercado español, no sólo no ha caído sino que incluso se ha incrementado.
Me refiero a las 15 películas con más recaudación en Estados Unidos y Canadá. Nunca son las 15 más taquilleras en España (casi siempre hay tres o cuatro de esos títulos que aquí no han pasado de tener resultados mediocres) pero, desde el punto de vista de los estudios, son “sus” taquillazos y son las que pueden determinar si el peso de un territorio se mantiene, mejora o empeora con los años.
Estamos hablando de un grupo de títulos que suelen representar alrededor del 30% del total de la recaudación anual en España. No es ninguna broma que sólo 15 películas supongan ese porcentaje, teniendo en cuenta que, como he dicho antes, siempre hay entre ellas entre tres y cinco con cifras muy flojas (por ejemplo, en 2007, entre esas 15 no estarían ni EL ORFANATO, ni LA BRÚJULA DORADA, ni LA JUNGLA 4.0, que habiendo tenido excelentes resultados en España se han visto desplazadas del Top-15 norteamericano por otras como CERDOS SALVAJES, LÍO EMBARAZOSO u HORA PUNTA 3).
Si nos fijamos en las cifras expresadas en dólares (que es como lo mirarán las majors), la cifra recaudada por esos 15 blockbusters estrenados en 2007 es un 15% mejor que lo que recaudaron los 15 de 2006; un 3% que lo de 2004 o un 55% mejor que lo de 2001. Asimismo, el peso de España respecto a la taquilla norteamericana (en éste tipo de estrenos) se mantiene casi idéntico que hace tres o cuatro años (es un 7% de aquel mercado) y es mejor que el que era en 2001 (entonces era poco más del 5%).
Si miramos las cifras en euros, la cosa, obviamente, cambia a peor. No es fácil traducir a euros todas las cifras de éstos años desde el momento presente (las que he podido reunir para el estudio estaban en dólares) pero, haciendo una aproximación, lo recaudado en 2007 mejoraría la cifra de 2006 en aproximadamente un 5%; sería en torno a un 10% peor que la de 2004 pero un 15% mejor que la de 2001.
En resumen: para las películas más comerciales, a pesar de ciertas percepciones, las cosas no van tan mal. Una lectura (arriesgada, lo sé) sería que, incluso ahora, en plena crisis, cuando el producto interesa, el público acude. ¿Significa eso que sólo interesan las películas “grandes”? En absoluto.
Probablemente la saturación de estrenos, las reiteradas decepciones por productos mediocres (incluidas muchas películas muy menores de las majors), la rapidísima extensión de las nuevas tecnologías, la facilidad de acceder a copias piratas, la propia dinámica del mercado (muchos estrenos cada semana, de los cuales sobresale un número muy pequeño con gran campaña de publicidad para consumo inmediato) han llevado a una parte del público a ser muy selectivo. Ante ese panorama, suelen salir ganando las películas que más destacan. Y, claro, pagan justos por pecadores.
¿Está todo perdido? Pues yo digo que no. Tocará, eso sí, revisar las estrategias de estreno y pensar, pensar mucho: cuál es el público objetivo, dónde está; cómo llegar a él; en qué fecha (con cuántas copias, con qué campaña de publicidad, a qué cines y ciudades). En definitiva: qué estrategia de marketing se aplica a cada título y qué política de ventas es la más adecuada para conseguir los objetivos.
Algunos dirán que eso ya lo hacen fuera de nuestro país; que el producto llega muy cocinado. Puede que ese argumento valga para un cierto tipo de películas, pero no para la mayoría. Incluso en aquellos casos, hay factores locales que pueden determinar que el resultado final sea exitoso, satisfactorio o una decepción con tufillo a fracaso. Siempre que se pueda, ¡que trabaje la cabeza! Yo prefiero sufrir un fracaso o disfrutar de un éxito sabiendo que he hecho todo lo posible por acertar.
Creo que sí, que hay luz al final del pasillo. Hay películas, cines y, sobre todo, espectadores dispuestos a reconocer el producto que les apetece ver, sea más o menos mayoritario. Pues a por ellos. Pensemos más en ellos y, por una temporadita, un poco menos en los precios de las entradas, en las subvenciones, en las ventas de DVD y televisión... Además, para aquellos que auguraban el fin del cine como forma de ocio, mercados como Estados Unidos, Gran Bretaña o Italia acaban de firmar un año (2007) de récord. Y tiene que llegar la digitalización, y el 3-D, y… ¡esto no está acabado!
He pasado muy por encima del tema de la piratería. Permitiría otro debate tan abierto como el del precio de las entradas. Sólo hago un apunte: no creo que afecte tanto como para justificar éste descenso de espectadores pero, al mismo tiempo, entiendo que es imprescindible exigir, desde todas las ramas de la industria, que la Administración endurezca (y mucho) las medidas para luchar contra esas prácticas, en la línea de lo que han hecho países tan próximos como Francia.
Decía el lunes pasado, al finalizar el comentario de la taquilla del fin de semana, que, a pesar de la continuada pérdida de espectadores en los últimos tres años, aunque pareciese difícil, había datos para ser positivos. Cuesta encontrarlos, lo reconozco.
Antes de intentar la cuadratura del círculo, veamos con más crudeza la situación a finales de 2007. Si comparábamos con 2006 y 2004 y lo que veíamos era preocupante sigue siéndolo si hacemos la comparativa con 2002, 2000 o, incluso, con 1998. En éstos 9 años la cifra de espectadores ha pasado de 120 a 112 millones (caída de un 6%, teniendo en 2004 el punto máximo de asistencia con casi 144 millones de espectadores); el número de pantallas se ha incrementado de 3.000 a 4.200 (aumento de casi un 40%) y el promedio de asistencia ha bajado, de 3 veces por habitante y año en 1998, a las actuales 2.5 veces (un 17% inferior).
Si buscamos cifras positivas, las encontramos en las relacionadas con el dinero: la recaudación ha subido un 44%, pasando de 430 a 619 millones de euros, consecuencia de que el precio medio de la entrada se situó en 2007 en 5.5€ frente a los 3.6 de nueve años antes (un incremento del 54%). Alguien podría argumentar que un aumento en los precios tan exagerado (muy por encima del IPC de estos años) podría ayudar a entender la caída en el total de espectadores. Yo soy uno de ellos. Con matices, pero uno de ellos. Pero ese es un debate que dejo abierto para otra ocasión.
¿Por qué me fijo en 1998 y no en años anteriores o posteriores? Porque ese fue un año emblemático al suponer la llegada de los primeros megaplex a España. Fue la culminación de un proceso de reconversión del parque de salas que supuso una nueva forma de entender la explotación de las películas, la cual ha llegado hasta nuestros días. Atrás quedaba la crisis de los 80 y primeros de los 90. Se iniciaba una curva ascendente en el negocio que, con algún altibajo, ha durado hasta 2004.
Y a todo esto, además de en el incremento de la recaudación respecto a 1998 ¿qué más hay para no ser pesimista? Pues los “súper-taquillones”. Se que este enfoque puede parecer duro e injusto para el resto de producto. Intentaré explicarme.
Parece que la culminación de la crisis, de éste proceso de caída de asistencia durante tres años consecutivos, ha afectado especialmente a las películas con menos posibilidades de promoción y a aquellas que, claramente, no reunían los mínimos de calidad y comercialidad exigibles para estrenarse en un mercado tan competitivo y exigente como el español.
Si se observa la evolución de las películas más taquilleras del mercado doméstico (USA/Canadá) a lo largo de los últimos seis años vemos que, su peso en el mercado español, no sólo no ha caído sino que incluso se ha incrementado.
Me refiero a las 15 películas con más recaudación en Estados Unidos y Canadá. Nunca son las 15 más taquilleras en España (casi siempre hay tres o cuatro de esos títulos que aquí no han pasado de tener resultados mediocres) pero, desde el punto de vista de los estudios, son “sus” taquillazos y son las que pueden determinar si el peso de un territorio se mantiene, mejora o empeora con los años.
Estamos hablando de un grupo de títulos que suelen representar alrededor del 30% del total de la recaudación anual en España. No es ninguna broma que sólo 15 películas supongan ese porcentaje, teniendo en cuenta que, como he dicho antes, siempre hay entre ellas entre tres y cinco con cifras muy flojas (por ejemplo, en 2007, entre esas 15 no estarían ni EL ORFANATO, ni LA BRÚJULA DORADA, ni LA JUNGLA 4.0, que habiendo tenido excelentes resultados en España se han visto desplazadas del Top-15 norteamericano por otras como CERDOS SALVAJES, LÍO EMBARAZOSO u HORA PUNTA 3).
Si nos fijamos en las cifras expresadas en dólares (que es como lo mirarán las majors), la cifra recaudada por esos 15 blockbusters estrenados en 2007 es un 15% mejor que lo que recaudaron los 15 de 2006; un 3% que lo de 2004 o un 55% mejor que lo de 2001. Asimismo, el peso de España respecto a la taquilla norteamericana (en éste tipo de estrenos) se mantiene casi idéntico que hace tres o cuatro años (es un 7% de aquel mercado) y es mejor que el que era en 2001 (entonces era poco más del 5%).
Si miramos las cifras en euros, la cosa, obviamente, cambia a peor. No es fácil traducir a euros todas las cifras de éstos años desde el momento presente (las que he podido reunir para el estudio estaban en dólares) pero, haciendo una aproximación, lo recaudado en 2007 mejoraría la cifra de 2006 en aproximadamente un 5%; sería en torno a un 10% peor que la de 2004 pero un 15% mejor que la de 2001.
En resumen: para las películas más comerciales, a pesar de ciertas percepciones, las cosas no van tan mal. Una lectura (arriesgada, lo sé) sería que, incluso ahora, en plena crisis, cuando el producto interesa, el público acude. ¿Significa eso que sólo interesan las películas “grandes”? En absoluto.
Probablemente la saturación de estrenos, las reiteradas decepciones por productos mediocres (incluidas muchas películas muy menores de las majors), la rapidísima extensión de las nuevas tecnologías, la facilidad de acceder a copias piratas, la propia dinámica del mercado (muchos estrenos cada semana, de los cuales sobresale un número muy pequeño con gran campaña de publicidad para consumo inmediato) han llevado a una parte del público a ser muy selectivo. Ante ese panorama, suelen salir ganando las películas que más destacan. Y, claro, pagan justos por pecadores.
¿Está todo perdido? Pues yo digo que no. Tocará, eso sí, revisar las estrategias de estreno y pensar, pensar mucho: cuál es el público objetivo, dónde está; cómo llegar a él; en qué fecha (con cuántas copias, con qué campaña de publicidad, a qué cines y ciudades). En definitiva: qué estrategia de marketing se aplica a cada título y qué política de ventas es la más adecuada para conseguir los objetivos.
Algunos dirán que eso ya lo hacen fuera de nuestro país; que el producto llega muy cocinado. Puede que ese argumento valga para un cierto tipo de películas, pero no para la mayoría. Incluso en aquellos casos, hay factores locales que pueden determinar que el resultado final sea exitoso, satisfactorio o una decepción con tufillo a fracaso. Siempre que se pueda, ¡que trabaje la cabeza! Yo prefiero sufrir un fracaso o disfrutar de un éxito sabiendo que he hecho todo lo posible por acertar.
Creo que sí, que hay luz al final del pasillo. Hay películas, cines y, sobre todo, espectadores dispuestos a reconocer el producto que les apetece ver, sea más o menos mayoritario. Pues a por ellos. Pensemos más en ellos y, por una temporadita, un poco menos en los precios de las entradas, en las subvenciones, en las ventas de DVD y televisión... Además, para aquellos que auguraban el fin del cine como forma de ocio, mercados como Estados Unidos, Gran Bretaña o Italia acaban de firmar un año (2007) de récord. Y tiene que llegar la digitalización, y el 3-D, y… ¡esto no está acabado!
He pasado muy por encima del tema de la piratería. Permitiría otro debate tan abierto como el del precio de las entradas. Sólo hago un apunte: no creo que afecte tanto como para justificar éste descenso de espectadores pero, al mismo tiempo, entiendo que es imprescindible exigir, desde todas las ramas de la industria, que la Administración endurezca (y mucho) las medidas para luchar contra esas prácticas, en la línea de lo que han hecho países tan próximos como Francia.
2 comentarios:
Hola Sr. Herbera,
Enhorabuena por su blog.
Soy un exhibidor catalán que está escandalizado después de haber obtenido confirmación de que la película Vicky Cristina Barcelona se va a estrenar en Catalunya solamente en catalán y VOS.
Ya que Ud. ha estado vinculado a la Generalitat analizando sus cifras, sería Ud. capaz de hacer una valoración del impacto que dicha iniciativa tendría en la taquilla de nuestra región?
Cree Ud. como profesional del negocio que dicha opción beneficia a alguien?
Muchas gracias.
Ante todo gracias por leer y pariticipar del blog.
Respecto a sus preguntas soy de la opinión de que si una empresa privada decide estrenar sólo en versión doblada al catalán y VOS es tan respetable como aquellas otras que estrenan sólo en versión doblada al castellano.
Desgraciadamente para el catalán los resultados de las experiencias de los últimos años no son demasiado satisfactorios,entre otras cosas por la inferioridad de condiciones en que se suelen ofertar esas copias al mercado.
En un territorio donde una de las lenguas oficiales (el catalán) es entendido por más del 95% de la población (y hablado con asiduidad por más de la mitad de la misma) no debería sorprender una oferta más amplia de cine doblado al catalán.
En cualquier caso, experiencias similares se han dado con películas de animación infantil y nadie se ha escandalizado y, comercialmente, han hecho lo que debían hacer, ni más ni menos que lo que hubiesen hecho de haberse estrenado sólo en versión doblada al castellano.
Mi opinión particular es que la película a que Ud. se refiere recaudará poco más o menos lo mismo que si se estrenase sólo en castellano o en versión compartida. Eso sí, siempre y cuando tenga una exposición al mercado equivalente (mismo número de copias, misos locales de estreno, etc...).
Sinceramente creo que hay que afrontar éste tema con generosidad,con amplitud de miras, sin posturas inamovibles. Es evidente que hay que respetar la voluntad empresarial como es razonable entender que se aspire a una mayor presencia de cine en catalán sin que eso suponga merma de negocio para nadie. Hay que ser capaces de encontrar vias de acuerdo y soluciones pactadas. Afortunadamente el bilingüismo convive sin ningún problema en Catalunya en casi todos los ámbitos de la vida cotidiana. El cine no debería ser una excepción.
Gracias una vez más por su aportación y saludos cordiales.
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